Gustavo va rápido, punto. Nadie me advirtió ni de la velocidad a la que piensa, ni de la velocidad a la que habla, ni de la velocidad a la que vive.
Lo conocí hace medio año aproximadamente en un evento en Alumnos 47. Dio una clase y fui a que me firmara su libro, Mextilo, junto con Andonella la ilustradora.
Puede intimidar, no lo niego. No es raro cohibirse ante la gente que sabe más que uno, sin embargo Prado es muy querido. Entre el pelotón de jóvenes que suele acompañarlo se respira un ambiente de admiración y aprecio mutuo.
Tras planearlo y esperarlo por seis meses finalmente nos vimos en el Foto Museo. Es un hombre bastante ocupado, llegó despeinado y acelerado, es más alto de lo que parece en video y aunque es algo distante no deja de ser cordial.
Cardid Sansa: Me encuentro en el Foto Museo Cuatro Caminos con Gustavo Prado, hoy vamos a hablar sobre su vida y su carrera. Gustavo, gracias por aceptar.
Gustavo Prado: Muchas gracias a ti.
CS: Empecemos hablando desde el inicio, tú naces en el 70, ¿cómo fue tu infancia?
GP: Mi infancia fue de clase media-media en México en la colonia Roma. Mi mamá trabajaba, entonces me educaron mis abuelitos -eran mi abuelita y su hermano, pero eran mis abuelitos- y una cosa muy curiosa de ellos es que él estaba obsesionado con leer, entonces él tenía un archivo donde juntaba toda la información que le caía y como mi abuela se estaba quedando ciega, me enseñó a leer como a los dos años porque le urgía que yo le pudiera leer las películas subtituladas en un mundo donde no había DVDs ni nada, entonces ella iba como cinco veces al día al cine. Esto quiere decir que de niño fui expuesto a una gigantesca cantidad de cultura.
Mi abuela era de cine, mi abuelo era de un chingo de libros y mi mamá, extrañamente, devoraba revistas; entonces tenía mucha cultura popular, y si tú lo ves el resto de mi vida fue eso, una cuestión de información masiva. Al mismo tiempo podía ser muy serio, o muy estúpido, o muy superficial, ahí aprendí a apreciar todo eso... nunca me habían hecho esa pregunta.
CS: Al estar expuesto a esta cantidad de información obviamente fuiste educándote tú sólo de alguna manera ¿Cómo fue tu relación con la escuela?
GP: Como leía yo desde los dos años siempre fui niño de diez, además siempre he tenido una memoria sólida, entonces me puedo acordar de todo lo que leo y veo a la primera que lo leo y veo. Por lo tanto, normalmente era buen estudiante.
CS: ¿Y cómo te empiezas a interesar en el arte?
GP: Cuando era adolescente tenía un pantalón de pinzas que me gustaba mucho, yo solito me conseguí una navaja, lo corté, lo patroné y lo hice a mano, casi casi escondido en mi cuarto. De hecho, mi tío abuelo también dibujaba mucho y yo quería hacer algo así, eso poco a poco me fue llevando a la idea de estudiar arte. Me fui a estudiar diseño gráfico en la Ibero (Universidad Iberoamericana) en la primera generación que llegó a Santa Fe y de ahí me puse a estudiar arte en la Esmeralda (Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado "La Esmeralda").
CS: ¿Cómo fue tu experiencia en la Esmeralda?
GP: Era el último momento en el que la escuela aún tenía los programas que habían hecho Frida Kalho y Diego Rivera, entonces estaba el mexicanismo a todo lo que daba. Eran los años ochenta, y en los ochentas la corriente principal era el neo mexicanismo. Entonces, en ese mero momento había artistas como Adolfo Patiño, Carla Rippey, etcétera, que estaban a favor de la ultra mexicanización del arte; todo eso estaba a punto de tronar para dejar que entrara el arte conceptual. Entre los conceptuales y el grupo de Patiño me interesaron más ellos porque eran salvajes, alcohólicos y tenían un comportamiento espantoso: golpeaban gente, aventaban cuadros por los edificios… y a mí, los conceptuales me daban una hueva infinita porque me caga la filosofía.
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