La primera vez que vi a Anna fue hace año y medio en una inauguración en el Museo de Arte Moderno, en lo de Balenciaga. Recuerdo a este chico con peluca morada y un atuendo verdaderamente ridículo que, al verla, le dijo a su amigo: "¿Ya viste quién vino? Qué fuerte".
Me llamó la atención ver cómo se formó algo parecido a un círculo de gente alrededor de ella que comentaba su presencia, pero ninguno le hablaba. Me acerqué a saludarla y a presentarme. No surgió nada de ese encuentro, pero al menos ya la conocía en persona.
No fue difícil contactarla. Le mandé un mensaje por Facebook y nos quedamos de ver en un café en la Condesa a las 5, ella llegó puntual.
Anna es menuda, afable y bastante simpática. Al llegar, lo primero que hizo fue regalarme el último ejemplar impreso de KS News, y contarme sus planes a futuro con la revista.
Conversamos un rato, hicimos pruebas con el sonido, y nos dimos cuenta de que había mucho ruido. Tras comprobar que no soy un psycho-killer, me invitó a su oficina para empezar la entrevista en un ambiente más tranquilo.
Carlos Didjazaá: Anna, gracias por aceptar.
Anna Fusoni: No, a ti Carlos, gracias. Hablar de mi vida... ¡Es que después de tantos años tengo muchas cosas que decir! Al estar dentro de la moda, mucha gente me pregunta por qué sucedió esto; ya ves que hay mucha gente que dice: "Yo de chiquita vestía muñecas y siempre me gustó la moda y todo". Yo no, ¿eh? Cuando yo era chica la palabra "moda" como tal, no existía.
Mi primer recuerdo de moda fue cuando se murió Christian Dior en el 57, y vi que existían estos diseñadores que eran casi idéicos. Lo que más me impresionó fue su entierro. Era gente que vivía en un Olimpo y hacían una moda para 500 personas: mujeres privilegiadas a las que invitaban a sus ateliers y a la presentación de sus colecciones con modelos maravillosas... y eran 25 asistentes, no 2500, como ahora. Al mismo tiempo, como vivíamos en un México cerrado, no había importación. No había nada. Consumías lo que había en el país que, en cuanto a moda, no era mucho.
Tenía una abuela que vivía en Suiza y le mandaba a mi mamá cortes de tela, unos maravillosos algodones suizos. También teníamos una modista que nos hacía la ropa; quizás ese sea el contacto más cercano que tuve con la moda. Muchos años más tarde me enteré, por ejemplo, de que mi abuela inglesa viajaba a París a hacerse pruebas con Frederick Worth. ¡Pero de eso me enteré! No creo que haya influido nada en mí. A lo mejor era mi entorno, o era la forma en la que ella se vestía, o en la que mi mamá se vistió influenciada por ella, porque eran dos mujeres muy elegantes. Pero de ahí, a pensar que eran señoras "de moda", no. De ninguna manera.
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